PADRE RUBIO

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PADRE RUBIO 2020-02-18T16:33:23+00:00
San José María Rubio Peralta S.J. (DalíasAlmería22 de julio de 1864AranjuezMadrid2 de mayo de 1929)
fue un santo jesuita español, canonizado por la Iglesia Católica y calificado de “apóstol de Madrid” por el arzobispo de Madrid, Eijo y Garay.

Infancia y adolescencia

Hijo de agricultores y mayor de trece hermanos, fruto del matrimonio de Francisco Rubio y Mercedes Peralta, vivió una infancia de tradicional marco religioso, en el pueblo almeriense de Dalías, hasta que ingresa en el seminario de Almería, en el que cursó las Humanidades y un año de Filosofía (1876- 1879); otro de Filosofía y cuatro de Teología en el de Granada (1879-1886), donde le apadrina y protege el profesor y canónigo Joaquín Torres Asensio, a quien no abandonará mientras vivió. Por traslado de su mentor a la capital, estudia el quinto de Teología en Madrid
(1886-1887), donde obtiene la licenciatura en esta materia (1896) y el doctorado en Derecho Canónico en Toledo (1897).

Sacerdote en los suburbios madrileños

Ordenado sacerdote, celebra su primera misa el 12 de octubre (1887) en el altar de la conversión de San Luís Gonzaga de la entonces catedral de San Isidro de Madrid, diócesis en la que trabajó por tres años, como coadjutor en Chinchón (1887-1889) y párroco en Estremera (1889-1890). En ambos pueblos se destacó por su extrema austeridad, su catequesis de niños y servicio a los más pobres.

Capellán luego de las religiosas Bernardas en la iglesia del Sacramento de Madrid, entonces parroquia de la Almudena, comenzó a señalarse por su actividad en los suburbios de la capital con los traperos y las “modistillas”. Enseñó además literatura latina, metafísica y teología pastoral (1890- 1894) en el seminario de Madrid, y actuó como notario y encargado del registro de la vicaría de esta diócesis. Un viaje como peregrino a Tierra Santa y Roma (1904) le deja huella indeleble. En este periodo se definía a sí mismo como “jesuita de afición”, ya que desde sus tiempos de estudiante de teología en Granada había deseado pertenecer a esta Orden, hasta el punto de llegar a ser confundido como tal entre los espectadores anticlericales que organizan el famoso tumulto tras la representación teatral de la “Electra” de Galdós.

Sus últimos años

Fallecido su protector Torres Asensio, logra realizar su viejo deseo de ingresar en la Compañía de Jesús en Granada, donde, tras el noviciado (1909), repasó un año la teología y tuvo una experiencia pastoral en Sevilla (coincidiendo en la residencia con los también jesuitas Francisco de Paula Tarín y Tiburicio Arnaiz, ambos con fama de santidad). Terminada la tercera probación (1910-1911) en Manresa (Barcelona), fue destinado a Madrid, en cuya casa profesa de la calle la Flor Baja residió el resto de su vida. Hombre de carácter retraído y sencillo, de gran caridad e incansable entrega al trabajo, sobresalió como predicador (aunque no por sus dotes oratorias) y como confesor asiduo, que provocaba largas colas de fieles, quienes buscaban en él además acompañamiento y ayuda espiritual. Pese a carecer de brillantes cualidades humanas, que contrastaban con sus compañeros de casa los académicos de la Historia y la Lengua, padres Fita y Coloma, su eficacia y fama creció en poco tiempo en toda la ciudad. Se señaló por su amor a los pobres, a los que se adelantaba a socorrer. Desarrolló su obra evangelizadora en pueblos y suburbios, y fundó y organizó varias asociaciones, como la «Guardia de Honor del Sagrado Corazón», la obra de las «Marías de los Sagrarios», y las escuelas sociales del barrio de la Ventilla, ayudado por los jóvenes maestros Juan y Demetrio de Andrés, conocidos como “los mártires de la Ventilla”, que morirán asesinados durante la Guerra Civil de 1936.

Murió en Madrid, el 2 de mayo de 1929, sentado en una butaca de pino, después de haber ordenado quemar sus apuntes espirituales.
Cuando murió, el arzobispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, lo calificó de “apóstol de Madrid” y escribió una pastoral proponiéndolo como modelo al clero de su diócesis.

Su canonización

En vida se le atribuyeron hechos prodigiosos, como bilocaciones, curaciones, profecías y videncia; algunos, tal vez, legendarios, pero otros ratificados por numerosos testigos. Sin embargo, lo que domina en su recuerdo es el testimonio de su ejemplo y su palabra junto al mensaje de que la santidad está al alcance le todos por el sencillo camino de entrega a la voluntad de Dios. Su máxima preferida era: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Beatificado por Juan Pablo II en Roma (6 de octubre de 1985) y canonizado en Madrid por el mismo pontífice (4 de mayo de 2003), sus restos son venerados en la iglesia de San Francisco de Borja y del Sagrado Corazón de la Compañía de Jesús en Madrid. El hecho extraordinario, considerado como milagro por la Congregación para la Causa de los Santos en orden a su canonización, fue la curación de un cáncer de pulmón del jesuita madrileño José Luís Gómez Muntán (1988).

Nombre: José María Rubio Peralta.

Nacimiento: 22 de julio de 1864 Dalias, Almería.

Fallecimiento: 2 de mayo de 1929 Aranjuez, Madrid.

Venerado en Iglesia Católica.

Beatificación: 6 de octubre de 1985, Ciudad del Vaticano por el Papa Juan Pablo II.

Canonización: 4 de mayo de 2003, Madrid, por el Papa Juan Pablo II.

Festividad: 2 de mayo.